viernes, 18 de marzo de 2011

"Los amos de México"

Ensayo del libro "Los amos de México" para el examen de la clase de periodismo..

Me parece incluso que el nombre del libro es incorrecto, no sé habla de los “amos de México”, se habla de los Dioses, de magnates omnipotentes y todo poderosos que aunque siendo diferentes personas y con ideologías completamente contrarías causan un daño colateral: Los consumidores (nosotros) somos los únicos y por lo tanto los más afectados.

En esta ocasión los protagonistas son Carlos Slim, Emilio Azcárraga Jean, Alberto Bailleres, Olegario Vázquez Raña… entre otros y como diría el inicio del libro, no están todos los que son pero si son todos los que están. En esta historia que podemos llamarle “México” no hay antagonistas, sólo son los protagonistas, que también fungen de directores y productores. Los consumidores mexicanos no aparecemos “en pantalla”, sólo somos espectadores que no podemos hacer nada al respecto. O al menos es lo que se nos ha inculcado, por lo que somos incapaces de promulgar un cambio.

Es contradictoria la manera en lo que los grandes mandos actúan, por un lado Carlos Slim tiene un sentimiento paternalista y una sensación de salvador del país, (o al menos así el se considera, porque no creo que el resto de los mexicanos compartan su ideología al pagar una de las tarifas más elevadas en costos por la telefonía). Hasta cierto punto lo que el dice es verdad. Carlos Slim, sus empresas y su familia han hecho un “cambio” en México, ¿pero a costo de qué? y ¿cuáles han sido los beneficios para los mexicanos? No es para sentirse orgullosos el hecho de que México gane prestigio por tener en su país al hombre más rico del mundo, al contrario, es vergonzoso tener al magnate hombre de negocios en un país donde la mayoría sobrevive con 59$ como salario, mientras otros (como él) podrían utilizar billetes de 500$ como servilletas sin afectar su economía.

“No somos monopolio, somos una fuerza dominante”- dijo Slim…

¿Poder? Claro que hay de sobra, ¿Intelecto? También… pero no hay competencia por lo que no se podría llamar tal cuál “fuerza dominante”, entonces, con el perdón del dios de la nación, no es una fuerza dominante, es un monopolio que se contradice ahora criticando a otro dios del país (Emilio Azcárraga) acusándolo de su mismo acto. El monopolio.

Emilio Azcárraga Jean tiene en común con Slim que ambos han heredado no sólo la inteligencia y talento de sus padres, sino sus negocios y ambos los han hecho crecer de una manera impresionante. Sin embargo, a diferencia de Slim, Azcárraga no se considera un “Soldado de la nación”, el se considera esclavo del raiting que los consumidores proporcionamos a la televisora.

“Al pueblo dale pan y circo”… es una de las frases más trilladas, más a nuestro pesar, ciertas. Dicho del propio Emilio “Hacemos televisión jodida para un país de jodidos”, el pueblo no tendría que quejarse, pero ¿Qué hay de aquellos que queremos un cambio? Azcárraga dijo que no es misión de los medios educar a la sociedad, que esa tarea es del gobierno y es cierto, pero la educación debería difundirse de muchas maneras y una de ellas son los medios creando un marco normativo que regule los contenidos. Creo que así como hizo un cambio al quitar a Jacobo Zabludovsky, Lucía Méndez y Raúl Velasco así podría generar también otros cambios positivos que elevarían un poco el intelecto del país, pero también creo que ni a los medios de comunicación ni al gobierno le conviene que existan más personas con seso, puesto que serían más las exigencias y mayor el esfuerzo para las producciones televisivas, por lo que para ellos no es conveniente, pero si para el país, se podrían generar competencias y cambios positivos. Televisa no es la única cadena televisiva, pero al compartir los mismos contenidos con TV Azteca la información se hace singular y se convierten en duopolios.

Todos estos hombres han logrado tanto para sí mismos y sí, también aportan algo para el país. Positivas o negativas, pero aportaciones al final.

Son la perfecta comparación con los Dioses del Olimpo, que al disputarse por el poder y su satisfacción personal llegan a hacer verdaderas catástrofes (en este caso numéricas) en el mundo terrenal.